La importancia de las ciudades intermedias

FIRDAOUS OUSSIDHOUM

 

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Las ciudades intermedias son el punto de encuentro entre el mundo rural y el mundo urbano, y suponen una oportunidad de generar un espacio de civismo y democracia que las grandes ciudades o metrópolis ya no pueden ofrecer

El mundo urbano es un desafío para la sostenibilidad del planeta. El confort de sus ciudadanos, la calidad de vida, el nivel de consumo y los imperativos de vivienda en número y calidad debido a las migraciones —desde el entorno rural u otros países— hacen de este mundo un lugar de consumo de recursos, en el que la planificación estratégica y el uso —sin abuso— y la reutilización de estos es un deber. Hoy se habla de economía circular para las ciudades, de construcciones verdes, energías renovables o limpias y otros conceptos. Estos representan, en realidad, una búsqueda de soluciones para intentar no abusar más de los recursos del planeta y ofrecer a nuestros hijos una oportunidad para que construyan su sostenibilidad. Mientras, hoy en día nosotros continuamos negociando con dificultades un límite de incremento de la temperatura global del planeta de un 2 °C, que en realidad es demasiado alto y llega demasiado tarde.

En medio de este panorama están las ciudades, que enfocan el día a día en su modo de gestión, su manera de vivir, de producir y de contar historias humanas.

En ese «día a día» es donde se concentra la importancia del momento que estamos viviendo: varias agendas globales se están desarrollando para alinear y generar una visión general; una visión del planeta en la que todos los países estén implicados y logren acuerdos. La Nueva Agenda Urbana, las decisiones de las COP para la Agenda Climática, la Agenda de riesgos de desastres, etcétera, ya se están desarrollando, y esto ha hecho que nos demos cuenta de que la única manera de lograr que sus objetivos se conviertan en realidad es pasando por una implementación local con los gobiernos locales, y sobre todo fomentando la sensibilización e implicación de los ciudadanos del planeta. La respuesta tiene que ser global, porque el problema que se plantea es de todos nosotros, está en nuestro día a día.

Y lo que define nuestro día a día son las políticas urbanas y territoriales. Por eso las ciudades representan en el mundo una voz que las instituciones mundiales ya no pueden ignorar a la hora de negociar acuerdos globales. Por una parte, debido a la relevancia que ciertas metrópolis han tomado, nacional e internacionalmente; y por otra, por los desafíos sociales, económicos y de seguridad que las ciudades representan. Sin embargo, el reto futuro no estará en las metrópolis, sino en las ciudades intermedias. Hoy, un tercio de la población urbana vive en las ciudades intermedias, otro tercio en las metrópolis, y el último tercio en las zonas rurales.

Las ciudades intermedias son una pieza clave, si no única, para conseguir la sostenibilidad del planeta. Y eso ocurre por varias razones.

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Las cifras

Para 2030, se estima que el 50% de la población urbana vivirá en ciudades intermedias (I-Cities o Intermediary Cities). En 2050, ese porcentaje aumentará hasta el 70%.

Estos son los resultados de los estudios llevados a cabo por la Cátedra Unesco para las Ciudades Intermedias y la Urbanización Mundial, en colaboración con los equipos de CGLU (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos).

A la luz de estos datos, el peso de las ciudades en la dinámica de la sostenibilidad mundial parece evidente, y las ciudades intermedias son la fuerza estratégica emergente en este escenario. Esta proyección plantea muy claramente la imagen panorámica del planeta en términos de desarrollo urbano para el futuro: las ciudades intermedias son cruciales para la sostenibilidad mundial. Es más, la sostenibilidad del planeta ligada al mundo urbano se jugará en las ciudades intermedias.

¿Qué son las ciudades intermedias?

Las ciudades intermedias (o intermediarias) juegan un papel de intermediación en sus territorios, ya sean naciones o regiones: disponen de un potencial de diálogo e intermediación dentro de sus sistemas nacionales o regionales, y también entre las fuerzas del territorio, ya sean políticas, económicas, ambientales, culturales, sociales o humanas. Aun siendo generalmente clasificadas por su número de habitantes —entre 20.000 y 1 millón—, las I-Cities se definen más por la relación con su entorno urbano y medioambiental, y por la labor de intermediación que llevan a cabo para generar desarrollo.

Esta definición se aplica también en China, donde una ciudad intermedia puede tener alrededor de 5 millones de habitantes, dentro del contexto de ese país. De hecho, se prevé que en 2030, el 75% de la población en China será de clase media. Esto plantea unas preguntas de alta gravedad: clase media se traduce en más coches, más aire acondicionado, más confort, más recursos que consumir. ¿De dónde saldrán estos recursos, si China ya los está buscando en África? Esto muestra hasta qué punto la cuestión es planetaria y nos concierne a todos y cada uno de nosotros.

Este año, crucial para el desarrollo urbano mundial con la generación de la Nueva Agenda Urbana de la ONU, las ciudades intermedias han podido hacer oír su voz y desarrollar una agenda propia, gracias a la voluntad de sus líderes por participar en la sustentabilidad del planeta.

De hecho, así definieron para la Nueva Agenda Urbana y Hábitat III el valor añadido de las I-Cities: «Las ciudades intermedias son un nuevo paradigma en sí, que necesita su propia agenda. A través de las I-Cities se puede oír una voz para la población y la ciudadanía, representadas por los gobiernos locales; una voz para los territorios y sus recursos, y una voz para una nueva vía de creación de sostenibilidad a escala mundial». Las I-Cities deben tener su propia voz en las discusiones sobre ciudades y desarrollo urbano, y también su propia agenda de implementación. Esta es una responsabilidad importante, tanto para los decisores como para la ciudadanía, que pone de manifiesto la centralidad del papel de los responsables locales en cuestiones urbanas y territoriales.

Así, las I-Cities ofrecen una oportunidad única de desarrollar la sustentabilidad en el planeta, consensuada entre los decisores y la ciudadanía, elemento clave de la implementación de la Nueva Agenda Urbana.

Sostenibilidad y democracia

Las ciudades son una expresión de los tipos de democracias locales, que conjugan la identidad democrática del país y sus propias características, y que precisan de un dialogo democrático entre los sistemas descentralizados dentro de una nación. La I-City funciona asimismo como motor de democracia, no solo urbana sino también nacional.

Siendo las ciudades intermedias el punto focal de encuentro entre el mundo rural y el mundo urbano, suponen una oportunidad de generar un espacio de civismo y democracia que las grandes ciudades o metrópolis ya no pueden ofrecer con la misma facilidad, por el ritmo de vida, su gestión y su crecimiento. La ciudad se convierte en un lugar que permite, en un entorno urbano, la expresión de la democracia y la cohesión. Al ciudadano se le ofrece esta oportunidad de más cohesión y seguridad a través de una democracia urbana, que pone a su disposición canales de expresión institucionales y seguros. La I-City, con la ventaja de la proximidad y su potencial de gestión urbana, permite tratar de manera serena y pedagógica asuntos como la cuestión de género —especialmente en el tema del transporte público—, la participación ciudadana en la vida y toma de decisiones de su ciudad, y otros temas clave dentro de los retos actuales.

El concepto de democracia urbana se convierte en algo más fácil en una ciudad donde la proximidad es un factor definitorio: la participación e implicación de la ciudadanía son esenciales a la hora de implementar políticas urbanas, fruto de las recomendaciones internacionales recogidas en los ODS.

En ese mismo sentido, las I-Cities son un elemento ineludible para los Objetivos de Desarrollo Sostenible a la hora de implementar las agendas globales, por tres razones específicas:

  1. La implementación de las agendas globales tendrá que pasar por la escala local, desde la puesta en marcha de los proyectos hasta la sensibilización de la ciudadanía, incluyendo la gestión y la financiación de los distintos objetivos.
  2. Representan la mayor superficie urbana donde las agendas pueden tener aplicación, ofreciéndoles así un mayor impacto geográfico urbano.
  3. Al ser entornos de diálogo para el territorio, tanto en términos de gobernanza vertical como de proximidad con el ciudadano y el mundo rural, las ciudades intermedias facilitan el acceso de las políticas de implementación a un territorio más amplio, su medio ambiente y la sostenibilidad.

El diálogo, fuerza esencial de las ciudades intermedias

Una de las fuerzas más potentes de las ciudades intermedias reside en su potencial para el diálogo, abordado desde un punto de vista geográfico, de gobernanza, territorial y de ciudadanía. La ciudad intermedia tiene que ser un motor de diálogo y sacar todo el provecho posible de su potencial de desarrollo humano.

El espacio materializa este potencial para el diálogo. Asimismo, desde un ámbito territorial la ciudad intermedia, en su definición, es un elemento de diálogo en el territorio. Hasta ahora se ha vivido una etapa de migraciones desde las zonas rurales hacia las metrópolis, donde se busca trabajo y oportunidades de desarrollo personal y familiar. Las metrópolis hoy en día están tratando de encontrar soluciones que les permitan entrar en una lógica de sostenibilidad: entre ellas está la llamada Smart City, cuya experiencia introdujo la tecnología numérica en la gestión de la ciudad y se está volcando y materializando alrededor del concepto more human city. Este último, basado en el factor humano, la escala ciudadana y la proximidad, es parte de la esencia de las ciudades intermedias.

En ese sentido, India, cuya juventud cuenta con una enorme capacidad y potencial en términos de informática y conocimiento numérico, está desarrollando un programa Smart City para sus ciudades intermedias. Allí entendieron, por una parte, que sus metrópolis no podían abastecer a más población, generando más pobreza e inequidad; y, por otra, que la experiencia Smart se aplica de manera natural en las I-Cities. También quieren con este proyecto que la gente se sensibilice con las prioridades de sostenibilidad a través de los sistemas informáticos, movilizando los recursos humanos.

«La ciudad intermedia es la solución a la metrópolis», decía el ministro de Vivienda y Sostenibilidad de Costa Rica en la sesión de Hábitat III dedicada a las I-Cities, celebrada en Quito en octubre de 2016. Esta es una realidad que está cayendo por su propio peso. En la dinámica del Norte del mundo se observa que el homo urbanus se quiere acercar de nuevo a la naturaleza, a un medio ambiente más humano, al homo ruralus, con su sentido de la identidad, sentimiento de pertenencia y calidad de vida. Es decir, que las migraciones van en sentido contrario: de las metrópolis a las ciudades más habitables, más «vivibles».

En este diálogo territorial también hay que mirar hacia el lado rural: la ciudad intermedia tiene la posibilidad de apoyar a las pequeñas localidades y pueblos, que son también el vivero de una cultura de proximidad a la naturaleza. La cuestión está en el diálogo que se puede generar al conectar estas diferentes dimensiones de urbanidad entre ellas. En ese sentido, el diálogo horizontal y la cooperación ciudad-ciudad en un ámbito territorial se hacen urgentes para abrir la puerta a la sostenibilidad. Se podría —o se debería— tratar de materializar el diálogo territorial en una gestión basada en la colaboración, masterizada y sistémica: ciudades conectadas entre ellas, formando sistemas o constelaciones, dentro de territorios circumbalantes y entornos naturales más o menos específicos, gestionados dentro del respeto a la inteligencia del territorio desde un punto de vista económico, cultural, social y ecológico. Para ello se necesita una visión estratégica que valorice los recursos existentes en el territorio.

Así pues, las I-Cities podrán jugar plenamente su papel, con la integración del desarrollo en el territorio que las rodea: desarrollo humano, económico y local van juntos en las áreas territoriales cuyo liderazgo está en manos de la ciudad intermedia. Estos enlaces y vínculos urbanorurales permiten a la ciudad intermedia, en el marco de un diálogo horizontal, cubrir un espacio urbano y rural que se hace especialmente relevante a la hora de implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Nueva Agenda Urbana.

De hecho, hoy, las ciudades intermedias del mundo —aproximadamente 9.000— cubren el área geográfica más amplia del planeta: ¿no es este un potencial único para la implementación de las agendas globales de sostenibilidad y climática?

La sostenibilidad urbana se juega hoy en las ciudades intermedias, y de ellas dependerá en gran medida la sustentabilidad del planeta del mañana. Para cumplir con esta misión, también se necesita un diálogo vertical de diferentes niveles de gobernanza, que integre los distintos grados jerárquicos en un mismo diálogo, con un interés común: la sostenibilidad de todos.

Una masa crítica y estratégica

La masa crítica de las I-Cities representa un reto clave para las ciudades del Sur global, y es un terreno fértil para establecer una dinámica de cooperación —Sur-Sur y triangular— basada en el intercambio de gestiones, tecnicidad y experiencias de desarrollo de democracia y gobernanza locales.

Asimismo, desde un ámbito nacional, las ciudades intermedias pueden ser una fuerza de propuesta para las políticas nacionales e internacionales en el marco de un diálogo vertical, convirtiéndose en un socio estratégico.

En palabras de su presidente, el alcalde de la ciudad de Chefchaouen (Marruecos) Mohamed Sefiani, el reto del grupo de trabajo de CGLU es: «Avanzar juntos hacia los mismos objetivos en consenso, para crear un planeta más sostenible».

El objetivo consiste en hacer llegar a los ciudadanos del mundo y a sus líderes políticas integradas y los medios necesarios para asegurar su propia sustentabilidad, respetando su medio ambiente, su cultura e identidad, y todo ello a escala mundial.

Las ciudades intermedias son un reto global, clave y estratégico: permiten tocar una franja más amplia de la población mundial, además de acompañar el desarrollo urbano con un desarrollo humano, y darle una forma digna al mundo urbano, que se acelerará en los próximos años. Esto último deberá llevarse a cabo en términos de equidad, igualdad de oportunidades, calidad urbana y de democracia y expresión de la cultura e identidad, la innovación y el aprendizaje, en el marco de un diálogo profesional, político y humano.

Hoy se habla mucho de derechos de la ciudad, o derechos para la ciudad. En mi opinión, los derechos nos han permitido construir el mundo hasta ahora, gracias a las Cartas Internacionales de Derechos Humanos. Hoy, en el siglo XXI, tenemos que ir más allá; pensar y proyectar un mundo con más generosidad, unas ciudades que se ofrezcan al ciudadano y acojan a la población. Cuando hablamos de ciudades más humanas, nos tendríamos que referir a lo que es capaz de hacer la fuerza del «ser» humano: dar, recibir, ofrecer, regalar desde su corazón con generosidad. Esta city attitude ya se vive en muchas ciudades intermedias del mundo, y se tiene que generalizar. Por eso, en la comunidad de las I-Cities hablamos del good living o «buen vivir».

La palabra «derechos» lleva implícita una petición, la de tener «derecho a», cosa natural y ya integrada. Pero los ciudadanos también deben recordar que tienen responsabilidades, con su medio ambiente, con su entorno de vida, con su ciudad, con sus conciudadanos y con su planeta.

Por eso, la implementación de estas agendas globales tiene que pasar por los entornos locales, por la implicación del ciudadano y la ciudadanía. Y es que cada uno de nosotros somos profesionales, consumidores, sociedad civil, hombres, mujeres, y cada uno de nosotros buscamos vivir mejor. Por eso las ciudades intermedias son clave en la implementación hacia la sostenibilidad.

El hacer de esta implementación una estrategia coherente y planetaria es el próximo reto.


Mohamed Sefiani, alcalde de Chefchaouen (Marruecos)

El mundo urbano ha entendido la importancia de las ciudades intermedias: el 65% del desarrollo urbano se localizará en las I-Cities en 2030. Este desarrollo representa un desafío en todas sus dimensiones: económica, social, cultural, patrimonial y sobre todo de sostenibilidad. Es importante sensibilizar —nacional e internacionalmente— sobre el valor añadido que puede representar el facilitar, promover y escuchar a los líderes de las I-Cities, porque el desafío de una es el de todos.

En estas fechas importantes, donde las agendas mundiales se piensan globales y se actúa desde un ámbito local, también hay que buscar respuesta a lo que se puede aportar en ese entorno local, desde el bottom up hasta un nivel global, y volver a ello, a lo local, para su implementación, donde se hará efectiva.

Más que nunca, juntarse, componer una masa crítica mundial para nosotros, los líderes de las ciudades intermedias, se hace estratégico a la hora de que tengamos mejores condiciones para responder a las necesidades de nuestros ciudadanos y asumir responsabilidades frente a los desafíos de nuestro planeta.

BIOGRAFÍA

FIRDAOUS OUSSIDHOUM

Arquitecta y urbanista marroquí y profesora de Filosofía de la arquitectura, disciplina que le permite estudiar el desarrollo humano a través de la sostenibilidad. Es miembro de la Cátedra Unesco de Ciudades Intermedias y Urbanización Mundial y coordinadora del grupo de trabajo mundial sobre ciudades intermedias de la corporación Ciudades y Gobiernos Locales Uidos (CGLU). Conferenciante y ponente internacional, ha sido miembro de la Unión Internacional de Arquitectos y es directora de Relaciones Internacionales de la Unión Africana de Arquitectos, cuyo objetivo es crear puentes con instituciones nacionales e internacionales en un nuevo diálogo Sur-Sur y Norte-Sur que conduzca hacia la sostenibilidad.

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